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viernes, 29 de abril de 2011

MIEDO


Desde el punto de vista biológico, el miedo es un esquema adaptativo, y constituye un mecanismo de supervivencia y de defensa, surgido para permitir al individuo responder ante situaciones adversas con rapidez y eficacia. En ese sentido, es normal y beneficioso para el individuo y para su especie.

Desde el punto de vista neurológico es una forma común de organización del cerebro primario de los seres vivos, y esencialmente consiste en la activación de la amígdala, situada en el lóbulo temporal.

Desde el punto de vista psicológico, es un estado afectivo, emocional, necesario para la correcta adaptación del organismo al medio, que provoca angustia en la persona.

Desde el punto de vista social y cultural, el miedo puede formar parte del carácter de la persona o de la organización social. Se puede por tanto aprender a temer objetos o contextos, y también se puede aprender a no temerlos, se relaciona de manera compleja con otros sentimientos (miedo al miedo, miedo al amor, miedo a la muerte, miedo al ridículo) y guarda estrecha relación con los distintos elementos de la cultura.

Para algunos, el miedo en el ser humano, no guarda ninguna relación fisiológica (como reacción de alerta), sino será un producto de la consciencia, que expande nuestro nivel de conocimiento.

Según el diccionario de la Real Academia Española (DRAE) el miedo es la “perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario”.

El miedo como construcción cultural

Catherine Lutz ha estudiado la variabilidad cultural del miedo. Según sus averiguaciones, la comunidad ifaluk considera positiva la cobardía, y por tanto para ellos es bueno confesar el miedo pues es prueba de ser persona inofensiva y temerosa de las leyes del grupo.

La sociedad colabora con el miedo, al magnificar la información alarmista de los medios de comunicación. En la foto,Orson Welles, quien desató un ataque de pánico colectivo en 1938 con su programa de radio La guerra de los mundos.

Joanna Bourke, autora de Fear: a Cultural History (El miedo: una historia cultural) revela que el miedo, como un sentimiento colectivo e individual, varía con las épocas y los contextos históricos.

durante el siglo XIX, los temores relacionados con la muerte inminente estaban estrechamente vinculados a los miedos acerca de cualquier tipo de vida después de la muerte eventual así como relacionados con la inquietud sobre el diagnóstico correcto del deceso (o dicho de otra manera: que condujera a un entierro prematuro). En nuestro tiempo, por el contrario, tendemos a preocuparnos mucho más sobre el hecho que nos obliguen a permanecer vivos más de lo debido (denegándonos la oportunidad de ´morir con dignidad´). Es el personal médico, en vez de los clérigos, el que preside cada vez más sobre el terror a la muerte. Los debates actuales sobre la eutanasia y la muerte asistida están relacionados con estos cambios

Esta investigadora sostiene que el principal transmisor actual del miedo son los medios de comunicación de masas, pero en todo caso se precisa de la credulidad de la sociedad para que el pánico estalle. Tras estudiar los archivos históricos, la autora muestra cómo entre 1947 y 1954 estalló un pánico colectivo ante el abuso sexual de niños, pese a que los periódicos llevaban años publicando ese tipo de noticias. Otro caso estudiado por la autora es el pánico colectivo desatado por la retransmisión de La guerra de los mundos por Orson Welles en 1938, cuando una ficción radiada sobre un ataque alienígena a la tierra desató la alarma entre los estadounidenses. La autora recuerda que el precedente de ese experimento (una emisión equivalente de la BBC realizada por K. Fox en 1926, con idénticos resultados de miedo colectivo en el Reino Unido) fue olvidado, tal vez por un posterior sentimiento de vergüenza colectiva:

…la ola de pánico que Welles causó a través de la radio ha eclipsado la que ocasionó Knox. Después de todo, más de un millón de estadounidenses se vieron afectados durante la última ola de pánico (muchos más que en 1926). De todas formas, existía además otra razón: en 1926, había un palpable sentimiento de vergüenza: todos querían olvidarse del hecho tan pronto como fuera posible. En Estados Unidos, por el contrario, aunque se pudiera hablar sobre la vergüenza, otros grupos dentro de la sociedad se sirvieron en muchos sentidos del pánico para reafirmar su propio estatus (superior). Los sociólogos se vieron involucrados, preparando elaboradas teorías sobre la psicología de multitudes. Se dio una profesionalización del pánico en 1938 que no existía en 1926.

La profesionalización de los provocadores del miedo es así una característica de nuestra época, según Joanna Bourke:

a pesar de que sólo diecisiete personas perdieran la vida a causa de actos terroristas en Estados Unidos entre 1980 y 1985, el periódico New York Times publicó un promedio de cuatro artículos sobre el terrorismo en cada edición. Entre 1989 y 1992, sólo treinta y cuatro estadounidenses murieron como consecuencia de actos terroristas en el mundo, pero más de 1300 libros fueron catalogados bajo el rubro de “Terroristas” o “Terrorismo” en las bibliotecas estadounidenses.

La autora concluye que el miedo es también un arma de dominación política y de control social. Son diversos los autores que denuncian el uso político del miedo como forma de control de la población, haciéndose hincapié en la creación de falsos escenarios de inseguridad ciudadana.

A lo largo de la historia ha habido todo tipo de movimientos sociales y culturales fundamentados en el miedo a algo: el milenarismo, en miedo al efecto 2000 o los movimientos apocalípticos. El miedo es también un arma de guerra, empleada con asiduidad en la guerra moderna gracias al desarrollo de la aviación

(Cojido de Wikipedia)

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